Pregunta, casi inevitable, cuando alguien con quien estás se entera de que eres interiorista. ¿Cual es tu estilo? ¿Minimalista? Creo que esta pregunta tiene algo que ver con que esta palabra está de moda y una necesidad de etiquetar que a veces no comprendo.
Vamos a compararlo con una conversación. Minimalismo es decir mucho en pocas palabras, a mi me resulta interesante, de ahí mi gusto por los relatos cortos, pero no siempre es la mejor forma de llegar a todas las personas. Hay quien necesita una conversación prolongada, cálida, detallada, para poder captar todos los matices que quieres trasmitirle.
Con el interiorismo ocurre lo mismo. La personalidad del cliente te sirve de pista para saber cómo debes diseñar su casa o su ambiente de trabajo. Hay quien necesita líneas puras, colores neutros, ambientes despejados. Otros, sin embargo, prefieren estar arropados por más mobiliario, más complementos, colores más cálidos.Algunos, incluso, necesitan evidenciar algo.
En ello influyen sus vivencias, sus circunstancias, actuales y pasadas y sobre todo su forma de sentir.
El interiorista tiene en cuenta todo esto y además imprime su sello a la obra, pues hay que reconocer,por lo menos en lo que a mí respecta, que la implicación es tal que en cada proyecto dejamos algo de nosotros mismos.
Eso sí, de etiquetas nada. Sólo a lo material se le puede meter en una caja y colocar una etiqueta.
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