Para no saturaros de interiorismo, de vez en cuando iré intercalando algún relato corto.
El museo estaba a rebosar. Un grupo hacía comentarios alrededor de una escultura.”Olvido” era su título. Consistía en un banco donde descansaba la figura de un hombre con mirada serena y paciente, con la única compañía de un maletín olvidado.
En la otra punta de la ciudad, cuando Pilar, enviada por asuntos sociales, entró como cada día, desde hacía muchos días, en casa de Antonio, se sorprendió. Platos sin usar, comida sin servir, pastillas sin tomar. Su libro preferido, reflejo de su gran amor por los museos, abierto.
Pastillas sin tomar…………Cogió el teléfono, con pena, pero sin sorpresa……….
Sé el primero en comentar